La humanidad a lo largo de su
historia ha levantado a lo largo y ancho del mundo monumentos y estructuras
colosales, desde pirámides hasta grandes rascacielos. No cabe duda que el hombre
con forme trascurre el tiempo busca la forma para desafiar aún más la
imaginación; O ni que decir de las atractivos naturales que recorren el globo
desde grandes fuentes de agua, a hermosas extensiones de bosque o desierto
vuelven a las maravillas naturales y aquellas construidas por el hombre
destinos sumamente apetecidos para quienes disfrutan de los viajes.
Es muy notorio ver, entonces,
como a las grandes capitales del mundo a diario llegan centenares de turistas,
en especial de aquellos países denominados como del “tercer mundo” con el
explícito fin de zacear aquel inocente sentimiento (si se le puede llamar así)
de curiosidad por aquellas cosas que desde el primer mundo y las grandes
capitales tienen para mostrar a toda la humanidad.
Aquellos lugares concurridos y
calles saturadas de gente donde a diario se ven cuadros muy graciosos que sin
lugar a duda dan pie para que ningún turista pase por inadvertido (“I LOVE NY”,
Fotografías en todos lados, vestuarios extraños, vista constante hacia los altos
edificios, etc.)
Y entre esos miles de turistas
que van por ahí de ambulando país tras país no es muy extraño encontrarse con
uno que otro colombiano, aquellas personas desenfrenadas por salir a ver todo
lo que el mundo tiene para ofrecer; la gran mayoría, por no decir, todos, los
colombianos soñamos con si quiera por una vez en nuestra vida pisar tierra
extranjera y conocer un poco de ese todo que afuera hay para nosotros, lo
curioso es que de esa gran mayoría de personas que pensamos salir de nuestro país,
pocas conocen sobre las maravillas que este tiene para nosotros.
No es de extrañar; es el afán de
poder competir en ese proceso de globalización y modernización lo que nos lleva
a tener objetivos turísticos fuera de nuestro país y de paso sentirnos como
protagonistas de una película Hollywoodense y visitar ciudades como Nueva York,
Los Ángeles, Las Vegas, Paris, Roma, Londres y muchas otras que la gran mayoría
de colombianos solo hemos tenido el placer de apreciar a tamaño de televisor de
28” (pulgadas).
Ese afán nos ha hecho olvidar
nuestras raíces, de donde provenimos, quienes somos; café, bambuco, vallenatos,
plazas, arrieros, orquídeas, salsa y ese tipo de cosas que se viene a la mente
cuando se habla de Colombia; son ese tipo de cosas las que a diario atraen
hacia tierra colombiana a millones de turistas cansados del bullicio, el caos y
la agitada vida en la ciudad, conllevan a que a diario gran parte de estos
migrantes visiten los emblemáticos pueblos colombianos con el ánimo de conocer
la cultura y las raíces que dieron pie para forma una sociedad pujante y
emprendedora que a pesar de la violencia en que se ha visto en marcada, aun es
positiva y como aquella caja de pandora aún se guarda la esperanza del salir a
delante.
Por ello, son entonces pueblos
como Salento ubicado en el departamento del Quindío el atractivo turístico
perfecto para turistas extranjeros y para todos aquellos colombianos que nos
hemos dado cuenta que para disfrutar de las maravillas del mundo no hace falta
abordar un avión y portar un pasaporte si no que por el contrario basta con agarrar una buseta o un Jeep para poder
presenciar la belleza y colorido de aquellas maravillas; solo basta con bajar
del medio de transporte para sentir esa mágica e histórica atmosfera que
preserva este pueblo caracterizado por la venta de “Forcha” un exquisito ponche
hecho a base de caña, restaurantes con especialidad en trucha servida en
diferentes presentaciones, sus hermosas artesanías que son tal vez uno de los
grandes legados históricos de economía colombiana, la plaza que es lugar para
presenta diferentes actividades que engalanan aún más este bello pueblo y aun
mas ser la puerta de entrada al valle del cócora un espléndido parque nacional
natural donde su principal características es su extenso bosque de niebla y sus
grandes palmas de cera el cual desde 1949 es considerado como el árbol nacional
de nuestro país.
Pero no por estos aditivos es
mágico el venir a este pueblo que cuenta con un aproximado de 11.000
habitantes; Son raíces y sus costumbres lo que hace de este un emblemático y
representativo paisaje clásico colombiano, el jolgorio y la alegría de los niños
que llevan a cabo bailes tradicionales que luchan contra el tiempo para no ser olvidados; a esto se le suman los ancianos fuente importante
de historias y relatos que solo ellos por su canas y arrugas están destinados a
contar, no por el tópico de viejos, si no el contrario título de sabios ya que
son esa memoria del pueblo, que a diario se reúne en la plaza o al lado del
granero para compartir tiempo con aquellos amigos que cada día son menos, pues
aquel boleto sin regreso para aquel viaje por el valle de la muerte a varios ya
se les ha hecho efectivo.
Aquel lugar sin excepción alguna
cuenta con ese cálido aroma a familia, a burbujas de jabón, al trueque e
intercambio y el verdadero valor que tiene la palabra de unos con otros, aquel
valor que en la ciudad ya se ha perdido y que por eso todo debe ser por escrito;
son estos calificativos los que hace que se deseen retratar estos entornos y no
esperar regresar a casa para poder verlos; ese transitar entre calle y calle y,
la curiosidad de saber que habrá en la siguiente, es el factor primordial para
no discriminar entre niño y adulto o adulto y abuelo pues todos sentimos aquella necesidad de
buscar nuestras raíces y conocer nuestro pasado.
Es ese Pasado que muchos
colombianos hemos dejado olvidado y que turistas y extranjeros hoy en día
vienen a redescubrir para gozar de cómodos 18 grados que le dan el ambiente
húmedo al aire que se mezcla con el aroma de un buen café símbolo de la cultura
cafetera que choca con un delicioso sabor a mazorca asada que se saborea
mientras se escucha el bello sonido de los clarinetes acompañado del observo de
una tierna y emotiva danza provista por el fruto más preciado y delicado que
puede producir esta tierra como lo son los niños.
Por esto aquellos
turistas que por primera vez vienen a tierras Quindianas se enamoran del
entorno y el bello paisaje olvidando que laguna vez deliraron con buscar
maravillas por fuera de la maravilla que es la tierra colombiana, mientras que
cientos de extranjeros a diario aseguran y dan fe que nuestro país por su
paisaje colorido, su riqueza natural y aquel calor humano característico del
colombiano convierten este país en un destino turístico por excelencia.
Twitter: @thejuankbtancur
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