miércoles, 3 de abril de 2013

Carta a papá

Hoy recordé a mi padre.

Recuerdo como mi papá solía con gran frecuencia llevarme a un parque. Lo hacía en sus días libres, cuando no trabajaba por ejemplo. Nunca entendí en que trabajaba, algo del área comercial, al parecer. El mundo de los niños es básico  aún para entender las complejidades de los oficios laborales. 
En los días que mi papá me llevaba al parque a jugar, o los más anhelados por mi, los días soleados de Agosto para elevar cometa. Eran los días que quedarían grabados en mi mente por toda la vida. 
Un niño quiere conocer el mundo. -¿Que hay allá afuera de estas paredes en donde vivo con mi familia?- Era una de las preguntas que más me hacía en mi infancia. Se es pequeño física y mentalmente, pero se es enorme en curiosidad. 
Cuando mi hija de diga que la lleve al parque, lo haré contento y cada que podamos. 

Mi papá siempre me dedico mucho tiempo. Cuando salíamos al parque, yo jugaba en los pobres juegos, subía arboles, me aventuraba y hacía amistades, muy pocas por cierto. 
Mi papá se sentaba en el pasto o en una banca a verme de lejos y a leer un libro. Me cuidaba desde la lejanía en mis aventuras como un escolta o mejor a aún, como un centinela, como el maestro viendo a su discípulo a lo lejos mientras afronta un desafió mortal. Ese desafió que es la vida. 
Mi papá siempre estuvo vigilante y en ocasiones se acercaba a mi para ayudarme cuando no podía subir a un árbol, instruirme de como se mantiene la cometa en el aire y no perderla en el intento, animándome para pararme, limpiarme las lagrimas y las rodillas empolvadas por una caída. 

Le aprendí muchas cosas. Me enseño a trepar arboles, hacer cometas, tener gusto por la lectura, tener buenos hábitos alimenticios. Ya que siendo un papá moderno-alternativo, el piensa que la dieta vegetariana es el camino correcto. Hoy por hoy, la carne no tiene importancia en mi dieta, leo frecuentemente, ya no subo a los arboles, pero retomare ese deporte extremo.
Mi papá era diferente a todos los papás de mis amigos. Me enseño a soñar y luchar por esos sueños. Y ahora, sin darme cuenta, me enseño a ser papá. A esa tarea que ahora tengo yo, ser papá de una hermosa niña, a ser un papá como mi papá. 

Hoy me encuentro en un parque sentado y viendo como los niños juegan. Y siento que tengo los mismos hábitos que mi padre en ciertas ocasiones, lo que me hace sentir ligeramente viejo. 
Aprovecho que tengo algo de saldo en el teléfono móvil para llamarlo desde Colombia hasta Europa, donde actualmente vive él. Pero como en días pasados me habían atracado y me robaron mi teléfono, me quede sin números. Números que tampoco tengo en mi teléfono viejo y destartalado. Y pues bueno, los números de larga distancia, son largos. Y son cosas que alguien como yo, no memoriza. Escasamente memorizo mi propio número. 

No tengo como comunicarme con él tristemente. Y entonces recuerdo como de pequeño yo escribía cartas a mi papá y a mi mamá. Eran enviadas de una habitación a otra habitación, una distancia poco significativa para una carta. Pero a mi me parecía trascendental escribirles. 
Después de que mi padre se fue del país, nosotros le enviábamos cartas hasta Europa. Yo le contaba sobre mi vida, el colegio, las conquistas y esa clase de cosas que no parecían tener importancia. A él, le importaban. 
A medida que pasaba el tiempo yo deje de escribirle. Entre en esa edad pesada, estúpida,  maloliente e irritable que llamamos "adolescencia". La adolescencia, Sí después de uno pasar esa etapa no se es consiente de la persona tan ignorante que se era, algo se está haciendo mal en la vida actual. A mi me seguirá pasando. Entre más viejo me ponga, más estúpido veré a mi yo del pasado. Tal vez, ese es el sentimiento que produce "madurar". 

Hace años que no escribo una carta a mi papá. Antes pensaba que era estúpido escribir una carta otro hombre... Y de echo, a una mujer también. Pero hoy, viene a mi mente como esos grandes hombres, filósofos, políticos y pensadores se escribían cartas entre ellos expresándose su mutua admiración, amistad sincera, hermanda, respeto y cariño. Y eso en últimas es mi papá. Mi maestro inicial de política, filosofía, pensamiento y vida. A él le debo mi conocimiento, le debo el respeto y la admiración. Le debo cartas. 

Por eso y de manera más adornada de las bondades de la narrativa, esta, no es más que una carta a papá.







Escrito por: 
Juancho S Bernal


Twitter: @Juanchosebe








1 comentario:

  1. Estimado Juancho, ¿cómo está? Leí la carta que le escribió a su papá. Yo también tengo a mi papá algo lejos, no vive conmigo, pero sí hablamos a diario y a cada rato, lo pienso y pienso en cómo estará. ¡No deje de escribir! Un abrazo desde Bucaramanga, próximamente en Bogotá.

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