La
masturbación, esa palabra que una vez pronunciada dibuja en el rostro del
receptor un gesto de sorpresa, y a unos un poco más religiosos, una mueca de
horror. Un tema más censurado que los crímenes de las calles, calificado
incorrectamente de aberración sexual.
Debemos
romper esos tabúes que a nadie hacen daño, la masturbación es de práctica sana,
le son atribuidas características analgésicas y relajantes del sistema
nervioso, se obtiene como resultado casi el mismo placer que al tener sexo, pero
con menos riesgos.
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Cobarde
aquel hombre que no desea reconocer que con ayuda de imágenes, de recuerdos o
reconstrucciones de hechos que tal vez nunca acontecerán, toma su miembro en
una o ambas manos con una hábil destreza y un movimiento ágil acariciándolo
hasta que este explota otorgándole el premio de satisfacción.
Era
natural cuando por aquellos días que los hombres descubrieron semejante
regocijo encontraran la mínima posibilidad en el día para aprovechar y
recrearse con esta práctica casi hasta desmayar. Ahora, más creciditos “no
necesitan de eso” y dejan de admitirlo, pero ustedes saben y yo sé, de vez en
cuando lo que les gusta hacer.
Por
otro lado, ¿las mujeres se autocomplacen? Tantos años rompiendo el prototipo
femenino de la mujer casta y sumisa, reconozcan pues mujeres, que también les
gusta el placer.
Es
sano decir que conoces tu sexo, es parte de tu cuerpo ¿sabes? ¿Qué pasa si en las
noches calurosas se deslizan tus dedos allí? Aunque suene a fiel feminista, ya
sabemos que podemos realizar muchas acciones sin ayuda de los hombres, porque
no puede ser esta una que te beneficie, si conoces tu cuerpo podrás guiar más
fácilmente a tu amante en un próximo encuentro sexual; Y las que no tienen una
pareja gozarán de la independencia de ese placer.
Mujer
no temas, experimenta con saludable curiosidad el viaje que emprende desde los
montes de tu vientre hacia abajo, busca con la mano, si algo más se te ocurre
entonces hazlo sin ella y encuentra la cueva que espera a ser descubierta, te
recomiendo que para abrir su puerta pases por ese pequeño montículo móvil y
firme, acarícialo serenamente o rápidamente –según tu gusto-, y te ayudará a
liberar el flujo retozante que todo lo facilitará.
El
tacto digital que haces a tu sexo es el resultado tangible de las
autocomplacencias de tus deseos, y si complaces a otros, será también justo
que hagas esas cosas por ti. No sigas
con resignación la opinión de otros, no hay ley que prohíba disfrutar de tus
deseos y si te da placer, ¿que tan difícil te es admitir que bajas la mano y te
haces feliz?
Escrito por:
Diana Cárdenas Hernández
Twitter: @sol_iloquio
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