“¡Alma bendita que alegría, que hacen ustedes
por acá!” Son las palabras de bienvenida de doña Sofía, una pintoresca y
conmovedora “viejita” que vive en el barrio la sultana en el municipio de
Dosquebradas en el departamento de Risaralda.
Para
doña Sofía la palabra “ancianato” al parecer no causa mayor revuelo en ella,
tal vez a sus 85 años de edad no se imagina como es una de estos lugares; pero
sin darse cuenta doña Sofía habita desde hace 15 años en algo que se asemeja
mucho a ese sitio, en donde el número máximo de ocupantes es de dos personas,
pero para sus dos ocupantes este lugar no califica con este nombre si no que
por el contrario es llamado “casita” y por si fuera poco estas dos personas
hacen parte de la misma familia.
La
vida de doña Sofía es lo que para muchos de los jóvenes de hoy en día sería
considerado como una “vida muy desparchada” ya que su mayor entretenimiento es
su viejo pero funcional radiecito y aquellas oraciones que desde muy niña su
madre como a muchos de nosotros nos han enseñado; aunque estas son las únicas
dos formas que tiene esta mujer de pasar sus días, ocasionalmente aquella
rutina que a muchos les parecerá aburrida se ve interrumpida por el oportuno
toc, toc, toc en la ventana de su cuarto; ese sonido solo puede indicar que ha
llegado visita lo cual es algo fuera de lo común para esta mujer que no goza de
constante compañía, ya que el segundo integrante de este ancianato o como lo
llaman los dos “casita” no mantiene
allí; Rufino, es el hermano menor de doña Sofía y aunque es su hermanito, este
hace mucho dejo de requerir su cedula como única forma de comprobar que es
mayor de edad y antes por el contrario sería necesario un buen tinte en su
cabello como única forma de ocultar que ya anda por encima de los 65 años. Rufino
se levanta todos los días desde muy tempranas horas del día para calentar el
agua de panela que deja reposar para que doña Sofía horas más tarde encuentre
en la cocina, para después salir con dirección hacia el centro de Pereira a buscar
“que hay pa’ hacer” y así poder
llevar algunos pesos a su casa y comprar galletas, panela, jabón de baño, papel
higiénico, detergente y alguna que otra bobadita que a su mente no se le
escape; mientras que a doña Sofía el escuchar ese sonido que solo significa
compañía que alegrara por unos cuantos minutos aquellas tardes que tan solo
están acompañadas por el sonido de su radio mal sintonizado, por la camándula
con la que reza el rosario diariamente o como dice ella “acompañada por Dios y la virgen” es la mayor emoción que podría
tener esta mujer en uno de sus días.
A
diferencia de otras personas ya entradas en edad, doña Sofía no cuenta con una
familia que se ocupe de ella o con nietos que la llamen abuela, ni mucho menos
con una enfermera que atienda sus necesidades; Su artrosis en las rodillas ha
limitado su vida a una cama, convirtiendo la ida a la cocina en una travesía
que tiene como premio el encontrar aquella agua de panela que su hermano Rufino
le ha dejado antes de irse, aunque, esta larga caminata a la cocina que es
hecha en colaboración con las paredes no se compara en nada con la hazaña que
significa el bañarse cada mañana o simplemente cumplir con sus necesidades
fisiológicas y a pesar que estas cosas no son para nada agradables, para ella son
detalles sin importancia y simplemente son “cosas
de la vejes” que no debe tener en cuenta.
Al
llegar la hora del almuerzo y a medio terminar la grata conversación con su
visita que estuvo acompañada de preguntas, ironías, risas, consejos y oraciones
llega el momento de que esta “señorita de tiempo completo” como se autodenomina,
llene su estomago con algo más que agua de panela y galletas Saltinas. El menú
en sus almuerzos es algo vario ya que esta al cuidado de todos sus vecinos que
muy amablemente se encargan de velar porque doña Sofía reciba diariamente un
buen almuerzo que está constituido por lo general de un buen plato de sopa,
algún tipo de grano, el preciado arroz y
algo que no puede faltar en el almuerzo de un colombiano, la carne.
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Sofia y Juan Carlos (Escritor de la crónica) |
Así
pues, doña Sofía aunque no vive en un ancianato como aquellos lujosos y
extravagantes sitios ubicados a las afueras de la ciudad o en aquellos pequeños
y modestos lugares en donde albergan a todos esos adultos mayores de los cuales
nadie se quiere hacer cargo. Aunque Doña Sofía no cuenta con muchos de los
beneficios con que cuentan en estos lugares ni mucho menos cuenta con una
enfermera que le ayudase a ser más llevadera su artrosis, pero eso ¡sí! cuenta
con una salud que muchas personas tal vez desean, una memoria que cualquier
elefante pudiese envidiar y con un sentido del humor que muchos de los de su
edad le envidiarían; no tiene un comedor en su casa ya que en la sala esta
ubicado el cuarto de Rufino, no hay día en que doña Sofía se acueste sin comer
y antes se da el lujo de variar cada día el menú y poder comer a domicilio;
pese a que no tiene una sala de juegos en donde jugar bingo tiene un televisor
que muy jocosamente se gano en una rifa a la cual no le invirtió ni un centavo y que pocas veces enciende no por falta de
canales si no por falta de costumbre pues le llama más la atención su viejo
radio que aquella moderna caja que emite luces; nunca se casó o tuvo hijos que
alegrarán su larga y emotiva vida no fue excusa para no tener familia y tiene
muchos hijos, primos, nietos, hermanos, hermanas que son como ella. Llama a
todas esas personas que a lo largo de su vida a conocido y que recibe
periódicamente en su modesta casa.
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Por
ultimo su visita cierra la puerta de su casa no sin antes dejar a doña Sofía
ubicada en su cama y terminan despidiéndola por la ventana de su cuarto, lugar donde
empezó aquella nutrida conversación que termina solo viendo la sonrisa de
aquella viejecita engalanada con sus canas y arrugas la cual solo demuestra
ternura y amor por la vida, mientras la visita se aleja, ella enciende su radio
coge su camándula y continua con aquella rutina que se vio felizmente
interrumpida por aquellas personas que hoy más que nunca incluirá en sus
oraciones.
Juan Carlos Betancur Ortiz
Twitter: @thejuankbtancur
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